martes, 20 de julio de 2010

El Peter. Nacido para pelear

En todas las colonias existe un buscapleitos y en algunas muy bravas hasta más de uno, al menos ese era el caso del barrio donde crecí. Puede ser muy molesto y estresante si uno se llega a convertir en objeto de ataques y al respecto se han escrito libros, hecho películas y hasta obras de teatro, sin embargo ¿Qué pasa si en vez de ser su enemigo, te vez en la necesidad de ser su amigo? Esto también puede causar grandes problemas, al menos en mi caso los hubo.


Normalmente nos reuníamos afuera de la casa de mi primo y muchos vecinos nos criticaban el que siempre nos veían en la calle, pero ni modo que nos vieran cuando estábamos adentro de nuestras casas, tal vez tendríamos que poner un letrero que dijera “pase a ver al vago en su hábitat”, hasta podríamos cobrar la entrada. Pero nuestras platicas eran muy espirituales y muy críticas, como por ejemplo hablábamos de cosas como cual vecina pensábamos que tenía el mejor trasero o cual de ellas ya no era virgen, también tratábamos temas políticos como si la URSS era mejor que Estados Unidos o cual presidente robaba más. Desafortunadamente ahora muchos no saben que significaba la URSS y todos los políticos roban igual por lo que ya no es un tema de conversación actual. Lo de los traseros creo que sigue siendo vigente.

En algunas de esas reuniones donde reflexionábamos profundamente sobre los temas descritos llegaba el Peter; era un muchacho alto, fornido, con mirada de loco y ademanes exagerados a la hora de platicar. Entonces teníamos que escuchar su conversación que siempre giraba sobre cuántas veces se había peleado ese día… y si alguien pasaba caminando por la banqueta contraria, el Peter les lanzaba 5 chiflidos, o les arrojaba piedras o les gritaba “Putos” o todo al mismo tiempo, nadie replicaba y pasaban lo más rápido que podían, se me figuraba a esos perros que cuando pasa un auto lo corretean aunque no sé si lo hacen solo por el gusto de hacerlo o porque piensan que es su trabajo.

El no tenía empacho en golpear lo mismo señoras que venían del mercado con su mandado o niños cuando salían de la primaria. Normalmente lo hacía para provocar a los esposos o Padres y después golpearlos también. Jamás lo vi perder un pleito. Una vez le cambio a la señora de las quesadillas unas corcholatas de refresco por un par de sopes. Me sorprendió que la señora aceptara la fichas, pero ¿Cómo negarse a negociar con el Peter?.

Otra ocasión en que íbamos al centro a comprar material para la escuela nos lo encontramos y nos dijo “¡Que onda! ¿A dónde van?”
– Vamos al centro Peter
-¡Cámara! Los acompaño

Ni siquiera espero respuesta y nos acompaño. Subimos a una combi y nos toco sentarnos en la banca que va de espaldas al chofer, en la banca de enfrente iba otro tipo con el que el Peter de inmediato entablo un duelo de miradas, después de unos segundos de medirse, el Peter hizo un circulo con el dedo pulgar y el índice mientras que enroscaba el resto de los dedos, entonces haciendo esta señal levanto la mano hasta la cara de su rival. Esto fue como cuando suena la campana en el ring. Mis otros dos amigos y yo nos quedamos viendo el uno al otro como pensando “Ya se armo el pleito”. Entonces comenzó el intercambio de golpes dentro de la combi y el chofer se tuvo que detener para que todos los demás pasajeros nos bajáramos, mientras que el Peter y su rival en turno siguieron golpeándose arriba de la combi y todos observábamos a través de las ventanillas. Al final el Peter salió victorioso y todos subimos de nuevo para que se reanudara el viaje.

De regreso decidimos abordar un camión para evitar otro contratiempo, al menos en el camión hay más espacio y si se diera un pleito no tendríamos que bajarnos. Afortunadamente no hubo mayores contratiempos a excepción de los arrimones que el Peter les daba a todos los pasajeros, hombres y mujeres, pero nadie protesto y no hubo pleito que contar. Me dio la impresión de que el Peter jamás había salido de la colonia.

En otra ocasión estábamos jugando futbol en la calle y paso una vecina por la calle a quien el Peter le lanzo varios piropos subidos de tono, como “Mamasota, a ver cuando nos comemos eso”, la mujer en cuestión no era precisamente una reina de belleza, pero tenía su encanto y aunque siempre usaba atrevidos vestidos y escotes, nadie le decía nada porque su marido era “El Hippie” uno de los pandilleros más temidos de la colonia, era más alto y fornido que el Peter y nadie en sus 5 sentidos se atrevería a retarlo.

La mujer en cuestión ni siquiera se fijo quien la insulto y se limito a amenazar: “Ahorita le voy a decir a mi marido”. Dicho esto la vecina entro a su casa y casi en seguida salió el Hippie furioso, diciendo: -“¿Quién fue el hijo de toda su recabaretera que se paso de listo con mi vieja?” y reto a golpes al osado que se había atrevido a poner en cuestión la honra de su mujer y exigiendo que le dijeran quien fue. El Peter respondió tranquilamente al ofendido: “Yo fui y qué”. Es como si se hubiera detenido el tiempo, el partido se suspendió y se hizo un silencio sepulcral había varios equipos esperando la reta y muchos espectadores. Se podía decir que estaba toda la comunidad reunida.

El Hippie al ver que se trataba del Peter cambio su tono de voz por uno más conciliador mientras trataba de convencerlo de que la paz debe imperar entre los vecinos para una sana convivencia: -“Agarra la onda Peter, somos vecinos, vamos a respetarnos”. El Peter respondió: “No no no, tu venias a echar pleito y ahora te aguantas”. Ese pleito era como ver un clásico o un partido de semifinales de copa del mundo. No hubo argumento del Hippie que convenciera al Peter de no pelear, incluso le dijo que no sabía que era él, es más, casi le pidió a su esposa que se disculpara con Peter pero al final no tuvo más remedio que pelear y a decir verdad no dio mucha batalla ya que en el primer golpe se quedo sin dientes y después de la humillación se metió a su casa con el rabo entre las patas.

Estoy casi seguro de que si la mujer se hubiera molestado en fijarse quien la insulto, no le hubiera dicho nada a su marido, probablemente le ha de haber costado una golpiza conyugal. Después de esto se reanudo el partido como si nada hubiera sucedido.
Otra ocasión mientras platicábamos, llego una pandilla como de 30 integrantes todos armados con chacos, navajas, y palos y llegaron buscando al Peter: - Peter venimos por ti. El Peter respondió: - “Esta bien, pero denme duro porque después de que me recupere voy a ir a buscar a uno por uno, a ti Muelas, después contra ti “chelas”, a ti también Gaspar y a ti “chester”…” y los fue nombrando mientras clavaba su mirada de loco en cada uno de ellos. Después de esto el que parecía el líder le dijo: “Eh… bueno, pues ya te advertimos… para que no te pases de listo”. Dicho lo anterior dieron la media vuelta y se retiraron y ya casi cuando daban la vuelta en la esquina uno de ellos grito: ¡Puto!

Como se podrá observar hasta aquí´, el Peter no era fácil de sobrellevar y era de mecha muy corta, así es que más valía mantener la paz con él y escuchar sus estúpidas pláticas con tanta atención como en la antigüedad se escuchaba a los profetas. Así es que cuando yo regresaba de la escuela a eso de las 10 u 11 de la noche, siempre lo encontraba en la esquina y tenía que escucharlo hasta las dos o tres de la mañana casi todos los días, que si ahora se peleo contra dos, que si le pego a Doña Julia, que si alguien lo vio feo y le dio su merecido, etc. Hasta ahí todo era soportable hasta que un día se acordó que entre él y yo jamás habíamos tenido un pleito y me empezó a retar. Me quitaba la mochila, entre todos me hacían el columpio que consiste en colocar a alguien boca abajo y entre 4 lo toman por cada uno de las extremidades y lo empiezan a aventar hacia arriba lo más alto que pueden y lo sueltan para ver qué tanta agilidad tiene y evita el golpe de la caída. Y eso era todos los días. La otra opción era aceptar el reto a golpes, pero yo leí el libro del “Arte de la guerra” y se que jamás se debe pelear una batalla que no se puede ganar.

Un día me dirigía a una cita que tenía con algunos amigos y la calle estaba solitaria, a lo lejos me percate que dos tipos estaban asaltando a una señora, para entonces yo había visto suficientes películas de Charles Bronson, Chuck Norris, Bruce Willis, El chapulín Colorado y tantas películas de acción y súper héroes, que en ese momento pensé que podría salvar a esa damisela y sin pensarlo más corrí hacia los atacantes mientras alentaba a gritos a mi ejercito imaginario haciendo imitación de voces diferentes y chiflando. Pensé que con eso se asustarían y se irían, cosa que sorprendentemente sucedió, ya que los asaltantes dejaron a la señora y echaron a correr, cuando llegué donde estaba la asustada dama, me dijo señalando con el dedo “se fueron por allá” y hasta la fecha no sé porque decidí perseguirlos unas cuadras más, quizá fue la confianza que me dio el éxito inicial o tal vez me sentí comprometido a terminar el trabajo, pero más bien creo que fue la idea de que no los alcanzaría, así es que sin una idea muy precisa de lo que haría eche a correr tras ellos.

El problema fue que apenas llevaríamos unos 200 metros corriendo cuando el más gordo de ellos se detuvo a descansar, lo cual me tomo desprevenido ya que no era parte del plan, además de lejos no se veía tan grandote, parecía un luchador; debo confesar que me dio miedo, pero no podía dar la media vuelta y correr en sentido contrario o llegar a tocarlo y decirle “las traes”, eso se hubiera visto muy mal, así es que me armé de valor y sin detener mi carrera llegue y lo empuje por la espalda, para sorpresa de ambos el tipo voló por los aires y aterrizó con la cara dándose un buen raspón y al ver que difícilmente se levantaría regrese a rematarlo con una patada en la cabeza. Unos muchachos que venían caminando observaban la escena y yo solo atine a decirles “Deténganlo… voy por el otro” mientras emprendía la carrera nuevamente.

El gordo se quedo tirado y no lo volví a ver jamás. Yo seguí corriendo tras el otro que afortunadamente traía más condición y cuando pasamos por donde estaban todos los vecinos jugando la cascara me detuve y les reclame que porque no lo habían detenido y hasta me atreví a reprocharle al Peter: “Ahí esta Peter, no que tu eres muy valiente ¿Por qué no lo encaraste?” El Peter estaba sumamente consternado y solo alcance a escuchar “¡Estás loco! Ese buey trae navaja”. Yo seguí corriendo varias cuadras más, pero trataba de hacerlo al mismo ritmo que el maleante, para no alcanzarlo por supuesto, después de un buen rato se detuvo y yo también como 20 metros atrás, el traía la bolsa de la mujer bajo el brazo y le grite: “¡Agarren a ese ratero!” tras lo cual el tipo emprendió la carrera. Yo ya no lo seguí “ya se la gano” pensé refiriéndome a la bolsa.

Regrese caminando lentamente y cuando pase por donde estaban todos mis vecinos me preguntaron qué había pasado y les platique. Peter me pregunto que era de mí la señora y le dije que no la conocía. Soltó a reír y grito: “¡El Alex está loco, correteo a unos rateros por una señora que ni conoce!”.Solo atine a decirle: “¿Y qué tal si era pariente tuya o de alguien de aquí? No es bueno que los rateros piensen que pueden robar en esta cuadra sin que les pase nada porque por ahí pasan nuestras mamas, hermanas y demás vecinas” Dicho lo anterior todos se quedaron callados y yo me fui a ver con mis amigos, que por cierto no me creyeron la historia y tuve que pagar multa por llegar tarde.

La ganancia fue que el Peter me respeto desde ese día y jamás se volvió a meter conmigo.

REFLEXION
Cuando persigas un objetivo, debes estar preparado para saber qué hacer si lo consigues.