viernes, 21 de septiembre de 2007

Una historia de Horror-El Cirujano de Ia Paraiso


Todo comienza un domingo, plácido y relajado como muchos, el cual pintaba para Paco (nuestro personaje central), normal y común como cualquier otro. Paco salió muy temprano de su hogar para visitar a su novia que vivía en la colonia Paraíso, en el oriente de la ciudad, ella era una chica muy linda, agradable, y su madre no estaba distante de ser una reina. Lulú, era su nombre y pronto contraería nupcias con Paco.
Para no hacerles tan larga esta historia, Paco llegó a casa de su novia a eso de las 2:30 de la tarde, casualmente la hora en la que siempre almorzaban. Y la historia cuenta que la señora preparaba exquisitos platillos.
-Paco- grito Lulú, que bueno que llegaste, estamos a punto de comenzar a comer. –Mejor me voy lulú-, no quiero importunar, regreso más tarde. No digas eso, pásale, mi madre siempre cocina bastante, no te preocupes. OK lulú, ya que insistes. Como pueden darse cuenta, era un descarado gorrón.
Aquella mesa era digna de una fotografía, enchiladas suizas, empanaditas de carne molida, frijles refritos, guacamole, un queso napolitano de postre, que según se veía delicioso.
Fue todo un festín el que Paco disfrutó, estaba hasta el tope de barrigón, cómo comúnmente decimos. –Un cafecito Paco-, le dijo la madre de la novia, -claro, gracias señora-, respondió Paco.
Y fue ahí, al darle el primer sorbo, en ese preciso momento cuando el intestino grueso coludido con su compinche el intestino delgado y su hermano el colón, que hicieron tal alboroto en el estómago, que Paco tuvo que regresar delicadamente el café a la taza, cuidando no derramar ni una gota. Su majestad la evacuación era inevitable, un proceso natural claro, pero acelerado por la ingesta de alimentos que Paco venía dándose desde la mañana.
Paco no tuvo mas remedio que pedir disculpas en la mesa y dirigirse al baño. El transcurso al baño fue toda una eternidad, las piernas se le doblaban, las manos le sudaban, el desmayo y la sofocación abrazaban el cuerpo de Paco, pero afortunadamente, logró llegar y con un movimiento de contorsionista, digno merecedor de un lugar en espectáculo del circo Atayde, logró sentarse en el trono real.
La velocidad del sonido se quedó corta; del interior de Paco salió desbocado cual ballena al ser liberada de su cautiverio un tremendo y feroz animal, “Willy”. De manera inmediata, un frío reconfortante recorrió todo el cuerpo de Paco y la satisfacción fue plena y total, Willy, Willy, había sido liberado . . . pero la pesadilla, estaba apenas por comenzar.
Después de tomarse unos minutos, para reponer energías, nuestro amigo decidió levantarse del trono. Unos cuantos centímetros de papel hicieron el trabajo sucio por él y ya se encontraba listo como bebé para salir de nuevo a la sala y concluir ese cafecito que quedo pendiente. Jaló la palanca del inodoro, cubriendo con agua blanquiazul a Willy que pronto partiría a un viaje sin retorno. Giró, giró y giró y Willy nunca partió, algo parecía aferrarlo a la vida, a tal vez a su padre que pretendía hacerlo desaparecer.
Aquel feroz animal era sólido como una roca y enorme como una barra de baguet, por más de 5 ocasiones jaló Paco la palanca del Agua y no logró su cometido. Pronto comenzó a impacientarse, ya que el tiempo transcurría y llevaba más de 20 minutos pretendiendo eliminar a su más íntimo amigo.
Después de algunos intentos más, ocurrió algo lamentable, Willy había quedado atrapado, justo en centro de aquel agujero obscuro y profundo que lo llevaría a la muerte. Una idea magistral se le ocurrió a Paco, agarró el destapa caño y comenzó a ejercer presión sobre el inodoro tratando de enviar al infinito y más allá a Willy.
Pero la lucha encarnizada fue inútil, Willy mantuvo firme su postura y ahora se encontraba flotando de nuevo, rozagante de vida y gustoso de mantenerse en el agua.
Más de 30 minutos habían pasado y de pronto el golpeteo de la puerta del baño atrajo la atención de Paco, -¿Paco, estás bien?, Paco, que pasa, ya estamos en la sala desde hace un buen rato-. Ahgg ahh, estén, siii, lulú, en un momento salgo, permíteme . . ., -OK, no tardes, te esperamos-.
Paco desesperado, no sabía que hacer, el olor pestilente comenzaba a causar estragos en el ambiente. Pasaron sólo un par de minutos y tuvo a su parecer la brillante idea de su vida, agarró un poco de papel de baño, ese del pachoncito y metió la mano en el inodoro sacando del agua a Willy, lo puso sobre el lavamanos y sacando de su bolsillo su navaja imitación suiza comenzó a rebanar a Willy en rodajas, cómo si fuera un rollo de paté o unas serpentinas. Fueron precisos y contundentes los cortes, el tipo parecía un cirujano, uno tras otro, hasta terminar con él.
- Por fin - exclamó, comenzó a tirar rodaja por rodaja al inodoro y al terminar jaló nuevamente la palanca del inodoro y . . . ohhhhhhhh sorpresa, el agua se había agotado. Un tono blanco adquirió su rostro y el frío abrumador de sorpresa lo invadió.
Pero Paco era un hombre que improvisaba y se le ocurrió la magnífica idea, al menos para el, de volver a sacar las rodajas y meterlas de una en una por el caño del bañó, donde se va el agua de la regadera.
Le llevó varios minutos, el proceso, sacar del agua y meterlos en el caño, como si fueran monedas en una alcancía, algunos tenía que untarlos como mermelada y removerlos para irlos metiendo de uno en uno, pero lo que el no sabía, que el caño no es un tubo largo y profundo, por lo que se fue retacando como si fuera un frasco de mayonesa.
Un ahora aproximada fue el tiempo que Paco tardó en el bañó y por fin salió triunfante a su parecer de aquella larga y complicada situación.
Se dirigió a la sala como si nada hubiese sucedió, lógico y era de esperarse ya sólo estaba Lulú esperándolo. La tarde mantuvo el rumbo tranquilo y al parecer todo había terminado ahí.
Un día después la madre de lulú, comenzó a percatarse de un fétido y repugnante olor en el baño, le encargo a la chica de la limpieza que limpiara muy bien, a lo cual la chica acudió sin demora.
Algo extraño estaba sucediendo en la casa, aquel misterioso olor tenía vuelta loca a la señora, por más que limpiaban el baño, el hedor se mantenía aferrado cual sanguijuela a la piel de su presa. Una semana transcurrió, para ser exactos 6 días y medio y aquella cosa era total, completa y rotundamente desagradable, ya había contagiado parte de la casa y fue en este último día que la señora no tuvo más remedio que personalmente buscar y buscar, hasta encontrar el origen de la caja de Pandora.
En realidad no le tomó mucho tiempo, a pesar que aquel fétido olor nublaba gran parte de los sentidos, que cualquier ser humano racional y congruente sufriría. – Queeeeeeeeeeee, queeeeeeeeeeeee es esto, no puede ser, que paso aquí -, la señora confundida gritaba, había encontrado el origen, el caño del baño, repleto de una mezcla asquerosa de excremento, la cual obviamente no podía desaparecer debido a una malla interna que tenía el caño para la protección de basura y cabello que usualmente se va. Desconcertada se levanto y mandó a llamar al plomero, por un momento quiso pensar que era algún problema con las tuberías, que algo se había cruzado, no sabía exactamente que pensar. Un par de horas después el plomero le extendía a la señora la factura y le explica los motivos, tan simples y sencillos.


-Señora, disculpe que se lo diga de esta manera, lo que paso aquí es que alguna persona, individuo o como se le quiera llamar, introdujo de manera voluntaria ese excremento en la coladera del baño, no hay otra opción –
La señora apenada no quiso decir más, pagó la factura y le dio una buena propina extra por haber realizado aquel trabajo tan desagradable.



Por la tarde cuando su hija regresaba del trabajo, le contó todo lo sucedido y se pusieron a atar cabos. Todo apuntaba hacia PACO, no había duda, desconcertadas las dos mujeres se veían cara a cara y no sabían que decir. Pero era inevitable, no había opción alterna.



El final señores, está por demás obvió, una persona con semejantes hábitos no podría estar bien de la cabeza. Fue muy doloroso para la madre, pero sobre todo para lulú, perder 3 años de noviazgo eran inconcebibles, pero no existía alternativa.
Cuenta la historia, que Paco tuvo que irse de la colonia y hacer una nueva vida donde nadie lo conociera, no pudo soportar aquellos catastróficos 7 minutos que duró la conversación con Lulú y su madre, conversación a la que no tuve acceso para relatar esta fatídica pero verdadera historia.
Por último, sólo me queda decirles que, tengan mucho cuidado a quien le prestan el baño en sus hogares, algún loco desquiciado esquizofrénico…o peor aún…el “CIRUJANO DE LA PARAISO”, podría estar usando su baño


REFLEXION


Nadie puede decir que conoce bien a alguien hasta que no entra al baño despues de esa persona.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Se me hace que por eso te corrieron de tu matrimonio, eso hiciste, je, je, ji ji, jaja, juar, juar... puerco